La bruja no leída


Hay estábamos jugando a ser libres, amándonos como si sólo nosotros conociéramos ese sentimiento. Ahí los dos en la parada de buses teníamos que encontrarnos, para escapar y repetir la historia de las abuelitas suicidas y enamoradas que escapaban cuando la libertad era tan reprimida por “el qué dirán”.
Me era imposible creer que en pleno siglo XXI deba huir por amor, me imaginaba a esas mujeres enamoradas sacando sus cosas usando un abultado vestido que les impedía correr o huir de los pasos galopantes de sus perseguidores. Yo con mis jeans rotos y una camiseta verde que me daba esperanza a que mis padres no me encontraran en plena escapada vertiginosa.
A él sólo le faltaba sacar su pañuelo del bolsillo, para hacerme sentir como toda una damisela en peligro, sin importarle mi ropa toda desaliñada, que lo único que me daba un toque de feminismo, era ver como mis finos cabellos caían por mi cuello y formaban una fina coleta. Él al verme sonrió. Agarro mi maleta café llena de flores me sentó un beso en la frente y con una mirada al cielo le pidió protección para los dos.
Tomamos el autobús, el que nos llevaría a su casa y al fin estaríamos juntos, sin reproches y sin reclamos. El corazón dejó de palpitar me sentí tan segura y tranquila en aquel autobús, sabía que nadie me iba a perseguir y que mis padres ya se imaginaban donde estaba. Era el momento de vivir nuestro amor con intensidad. ¡Sí! era cuestión de no creer, dos almas que jamás hubieran conocido el amor si no se hubieran encontrado, en aquella parada donde empezó toda esa loca aventura.
La primera vez que nos vimos la atracción física fue la primera impresión que salto a los ojos. En cada cabeza surgió los grandes prejuicio: “ella una niña fresa, que usa vestido y él un bobalicón que trabaja para una empresa y que sólo sabe complicarse la vida con números”. Al fin la respiración invitó a unas sonrisas, a compartir miradas. Luego los mail volaron en papel higiénico, luego nos encontramos chateando y presentándonos: él como un ogro y yo como la bruja más peligrosa que envenenaba con pócimas falsas de amor a sus víctimas.
Nada importaba en ese momento yo volaba en sus brazos y él jugaba con mi imaginación. Era el mejor sábado de mi vida, o por lo menos el único que recordaba en ese preciso instante. No había nada mejor que descansar en su pecho, hacer de la cocina nuestra morada y el lugar más romántico, preparando juntos el almuerzo y la cena. Comiendo juntitos haciendo las cosas igual a igual, la noche se acercó a nuestra ventana, los estómagos llenos y los corazones contentos decidieron unirse en un solo suspiró. En la madrugada el encanto desapareció, el ogro salió de sus aposentos y la bruja derramo sobre la boca de aquel animal su pócima.
No nos queríamos despedir, pero sabíamos que era el momento adecuado, ella tenía que huir antes de verlo desfallecer por los efectos del veneno y él tenía que dejarla huir para no maltratarla. Yo recogí mis cosas en pleno silencio, las aves se alejaban y los carros no pitaban para no despertar a la soledad. Salí sin decir nada, el transcurso del camino se me hizo infinito, estaba sola, el cielo se convirtió en un gran agujero negro, mientras el sol me quemaba los hombros. Al fin llegue a mi casa con la maleta cargada de arrepentimientos no sabía la razón, si era de regresar o el de haber partido de mi nido.
La tarde se desplomó ante mis ojos, lo vivido no volverá y con ella trajo a mis padres, ellos me preguntaron: ¿qué tal el fin de semana? Yo asentando la cabeza les dije “gracias a Dios me divertí escribiendo un cuento en su ausencia” y terminé mi frase con una dulce sonrisa y así le puse fin a una linda historia que jamás será contada o leída.
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1 comentarios:

Palmogala dijo...

El ogro tiene sentimientos, y pensó que esto sería eterno, el ogro llora día tras día su partida, y ella no le da una respuesta, los ogros pueden cambiar, como una bruja puede entregarse a ser felíz, es una decisión conjunta, nadie puede decidir por los dos, el ogro el tazmania tiene sentimientos y quiere que esta historia no se convierta solo en un felíz recuerdo, quiere que se convierta en algo que sea vivido por mucho tiempo, todas las mañanas y todas las noches, el ogro quiere ser felíz y dejar de ser un ogro... Yo te diré bella y dejaré que me digas bestia, pues la bella nunca tuvo miedo, y la bestia dejo de ser tal...

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