Cafeteo


No puedo parar sé que tengo que correr, el tiempo no se detiene, aunque quisiera detenerme en el tiempo, la velocidad deshidrata mi inspiración. Cada pisada es un retumbar que sacude mi conciencia y agita mi alma. Las calles se vuelven tan estrechas y oscuras cuando corro, la preocupación que me alcance ata y desata mis pies del suelo. No existe un mañana, porque los sueños se acabaron, solo sé que tengo que correr. Los edificios se derrumban atrás mío en cada paso.

Corro y corro buscando alguna esquina en la que pueda girar y descansar, pero todo es tan recto y lineal, no hay tiempo para tener sed y mucho menos para respirar, debo seguir o me atrapará. Mi vestido azul se ha deshilachado con el tiempo. El tiempo no existe, pero tampoco me perdona, cada vez va acentuando su paso sobre mí. El me pisa y yo lo piso, es una carrera entre él y yo, que va marcando huellas. El marca mi rostro y mi piel mientras yo lo preparo para el siguiente.

Él ata mis pies al suelo y yo vuelo sin poder levantar mi alma. De tanto correr a veces despego y aún así no soy libre, aunque mi rostro está disfrutando del viento, de su brisa, regreso la mirada al piso y encuentro que aún mi alma corre velozmente queriendo despistar a mi perseguidor. La noche es tan calurosa cada vez que el cansancio golpea mi espalda, la luna azota hasta mis huesos me trata como obrero en tiempo de cosecha.

Cerrar los ojos no puedo sé que si duermo no regresaré a ver lo que alguna vez en mi niñez sólo me traía alegrías. La noche se vuelve más oscura cuando el miedo se acerca con velocidad, me persigue como una jauría, solo tengo tiempo para verlos correr atrás mío y seguir corriendo sin poder detenerme, ellos no se cansan están hambrientos, hambrientos de roer mis huesos, para que mis pasos se pierdas y no deje ningún eco.

Sigo adelante pero no existe ningún indicio de luz para este túnel agitante y retumbante que carcome mi vida y mi aliento. La luz no existe y la vida se va dilatando, ella quiere asfixiarme para no saber nada de mí y que yo no sepa nada de ella. El mañana no llegara la paciencia se agota, la única salida es envolverse entre los hilos del olvido y dejar que los brillos se pinten de negro. No… más bien que otros lo tomen de café tinto.

Category: 0 comentarios